El poder nos quiere estúpidos. Y lo persigue por muchos medios. Por ejemplo, corrompiendo el lenguaje: es que la ortografía y, sobre todo, la gramática, constituyen una lógica, y la coordinación de las ideas solo puede alcanzarse por medio de una sintaxis gramatical rigurosa.
Las personas, estén o no integradas al sistema de educación formal, toman clases extracurriculares en la TV, la prensa y los afiches y carteles callejeros. Se trata de una educación ambiental, difusa, pero muchas veces no espontánea ni exenta de intencionalidad.
Para enfocar en un punto, el peatón que vaya atento a las leyendas en las marquesinas o las vidrieras de los negocios, se encontrará con una “Peluqueria”, luego una “Fabrica de plasticos”, y seguidamente negocios de “Panaderia y confiteria”, “Articulos electronicos”, etc. O carteles que anuncian con mucho desenfado “Enseñanza de ingles”.
Por eso muchos despistados sostienen que los acentos ortográficos (tildes) han sido eliminados del idioma, como me dijo —esto es un poco más grave— el secretario de redacción de una revista, muy convencido.
En castellano, cualquiera que conozca el sonido de las letras y de sus combinaciones, y las normas de acentuación, puede pronunciar correctamente una palabra si la ve escrita, cosa que no sucede, por ejemplo, en el inglés.
Por eso sería una grave pérdida, no solo para el castellano, sino principalmente para sus hablantes, que se destruyera la relación biunívoca entre el idioma escrito y su expresión oral.
Pero, a no asustarse: en este blog los temas teórico-técnicos se tocarán solo incidentalmente, y en mayor medida nos dedicaremos a mostrar ejemplos rampantes de la degradación de los mensajes con que se nos bombardea de continuo.

miércoles, 25 de enero de 2012

Sergio Villone, licenciado y docente en ejercicio

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Les presento a Sergio Villone:

 “Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Docente del Nivel Primario y Medio. Hincha de Boca”, dice su perfil.

Sergio Villone (@sergioVillone) tuitea hoy enviando un enlace a su texto “Raly, Télam y Barone”, nblo.gs/t9lYG.

Allí, nuestro licenciado en Ciencias de la Comunicación empieza por nombrar a Raly Barrionuevo indistintamente Rally o Raly, lo cual es más cuestionable que si creyera equivocadamente que se llama de cierto modo, y lo nombrara consecuentemente así (gana Rally 3 a 2).

¿Qué más dice nuestro docente "del nivel primario y medio"?:

—habla de “señales de para donde está yendo la cosa”;
—de que el hermano de Raly “había pedido explicaciones al canal de transmisión de Canal 7”;
—y de que Télam está “renovada y abierta a bastos sectores como nunca” (ahí la pegó, de casualidad).

Algún lector ni ve dónde están los errores. Otros los ven, pero dicen, “bueno, no pasa nada”.

Discrepo.

Si usted es pastelero, o corredor de repuestos para lavarropas, no es grave. Pero si es licenciado en Ciencias de la Comunicación y, para más, “docente del nivel primario y medio” (no hay un “nivel primario y medio”; debió decir “de los niveles primario y medio”), algo está funcionando muy mal en nuestro sistema educacional. Incluso si Sergio Villone ha comprado o usurpado esos títulos, porque, por lo que dice, está ejerciendo la docencia actualmente. Semejante semianalfabeto.

No es de extrañar que alguien con los graves déficit de Sergio Villone le yerre también en el fondo de su discurso, como para emitir estas aberraciones: “No estamos dando una batalla diaria por el sentido común para ver inmóviles cómo se incurre en acciones evitables. Y lo peor: este tiempo político no fue a través de sacarle el cuerpo a las grandes discusiones. Todo lo contrario. Se animó a ahondar aún en contra de sus propios intereses”. Se refiere, si no entiendo mal, a la Argentina kirchnerista.

¿Vieron, aquellos que pensaban que “no pasaba nada”? ¡Pasa!: este tipo está loco.
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