El poder nos quiere estúpidos. Y lo persigue por muchos medios. Por ejemplo, corrompiendo el lenguaje: es que la ortografía y, sobre todo, la gramática, constituyen una lógica, y la coordinación de las ideas solo puede alcanzarse por medio de una sintaxis gramatical rigurosa.
Las personas, estén o no integradas al sistema de educación formal, toman clases extracurriculares en la TV, la prensa y los afiches y carteles callejeros. Se trata de una educación ambiental, difusa, pero muchas veces no espontánea ni exenta de intencionalidad.
Para enfocar en un punto, el peatón que vaya atento a las leyendas en las marquesinas o las vidrieras de los negocios, se encontrará con una “Peluqueria”, luego una “Fabrica de plasticos”, y seguidamente negocios de “Panaderia y confiteria”, “Articulos electronicos”, etc. O carteles que anuncian con mucho desenfado “Enseñanza de ingles”.
Por eso muchos despistados sostienen que los acentos ortográficos (tildes) han sido eliminados del idioma, como me dijo —esto es un poco más grave— el secretario de redacción de una revista, muy convencido.
En castellano, cualquiera que conozca el sonido de las letras y de sus combinaciones, y las normas de acentuación, puede pronunciar correctamente una palabra si la ve escrita, cosa que no sucede, por ejemplo, en el inglés.
Por eso sería una grave pérdida, no solo para el castellano, sino principalmente para sus hablantes, que se destruyera la relación biunívoca entre el idioma escrito y su expresión oral.
Pero, a no asustarse: en este blog los temas teórico-técnicos se tocarán solo incidentalmente, y en mayor medida nos dedicaremos a mostrar ejemplos rampantes de la degradación de los mensajes con que se nos bombardea de continuo.

viernes, 23 de diciembre de 2011

El autor de este “homenaje” a Heyn, o está loco, o es un irónico del carajo


23/12/2011 · 04:24

Heyn*

... 

Con dos compañero, Memo y Pacho, hace un tiempo le llevamos un libro que con mucho esfuerzo habíamos terminado de escribir. Estábamos entusiasmados, pensamos que él podía escribir el prólogo. Pero teníamos miedo. El libro hablaba, entre otras cosas, de economía. Daba un poco de cagazo, digamos. “Ahora descubre que somos unos salames”, pensamos. Un par de días después me lo encuentro en el chat y me dice algo así como “¿se suele poner en un prólogo, es un honor para mí…?” creo que le dije que no, por pudor. El prólogo nunca lo mandó, aunque siempre que lo veía me juraba que ya lo tenía escrito. Pero el punto es ¿quién hace eso hoy con gente a la que no le debe nada? Así son los que se salen de la media, los que son mejores. Iván no era humilde, para nada. Pero sabía ponerse en ese lugar cuando hacía falta, cuando entendía que tenía que jugar ese rol.

(El destacado es mío.)
Para completarla, hay un comentario. Este:

alejandra
Hermosas palabras me encuentro viviendo cada una de ellas, gracias!!!!! Gran tipo ivan, porque siempre la buena gente. Nos deja rapido?

En estas manos estamos... ¡A los refugios!

*http://fedevazquez.wordpress.com/2011/12/23/heyn/
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