El poder nos quiere estúpidos. Y lo persigue por muchos medios. Por ejemplo, corrompiendo el lenguaje: es que la ortografía y, sobre todo, la gramática, constituyen una lógica, y la coordinación de las ideas solo puede alcanzarse por medio de una sintaxis gramatical rigurosa.
Las personas, estén o no integradas al sistema de educación formal, toman clases extracurriculares en la TV, la prensa y los afiches y carteles callejeros. Se trata de una educación ambiental, difusa, pero muchas veces no espontánea ni exenta de intencionalidad.
Para enfocar en un punto, el peatón que vaya atento a las leyendas en las marquesinas o las vidrieras de los negocios, se encontrará con una “Peluqueria”, luego una “Fabrica de plasticos”, y seguidamente negocios de “Panaderia y confiteria”, “Articulos electronicos”, etc. O carteles que anuncian con mucho desenfado “Enseñanza de ingles”.
Por eso muchos despistados sostienen que los acentos ortográficos (tildes) han sido eliminados del idioma, como me dijo —esto es un poco más grave— el secretario de redacción de una revista, muy convencido.
En castellano, cualquiera que conozca el sonido de las letras y de sus combinaciones, y las normas de acentuación, puede pronunciar correctamente una palabra si la ve escrita, cosa que no sucede, por ejemplo, en el inglés.
Por eso sería una grave pérdida, no solo para el castellano, sino principalmente para sus hablantes, que se destruyera la relación biunívoca entre el idioma escrito y su expresión oral.
Pero, a no asustarse: en este blog los temas teórico-técnicos se tocarán solo incidentalmente, y en mayor medida nos dedicaremos a mostrar ejemplos rampantes de la degradación de los mensajes con que se nos bombardea de continuo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Evita castiga al niño marxista-leninista

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 Daniel Santoro, 2005. 

Hay fascismo cuando se usan los recursos de la democracia para hacer uso de los fondos públicos para enriquecimiento propio y de amigos; cuando se manipulan jueces; cuando hay impunidad para personajes del poder; cuando se escupen fotos de periodistas; cuando se difama e insulta adversarios; cuando funcionarios salen a la calle con patotas; cuando se hace fraude electoral con las candidaturas testimoniales; cuando desaparecen bonos públicos de una suma sideral y se prescribe la causa; cuando se extorsiona a la prensa con el retiro de publicidad oficial; cuando se usan los medios públicos para fines sectarios; cuando se promueve una cultura política que divide a la población en leales y enemigos; cuando se identifica periodismo con propaganda; cuando se usa la palabra militancia de un modo amoral. No todo es campo de concentración. No los hubo con Onganía y era franquista, o sea, fascista. No los hubo con López Rega e Isabel, y eran peronistas.

Tomás Abraham.
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1 comentario:

  1. el fascistómetro también tiene fascismo sobre todo porque es enumeración sin argumentación

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