El poder nos quiere estúpidos. Y lo persigue por muchos medios. Por ejemplo, corrompiendo el lenguaje: es que la ortografía y, sobre todo, la gramática, constituyen una lógica, y la coordinación de las ideas solo puede alcanzarse por medio de una sintaxis gramatical rigurosa.
Las personas, estén o no integradas al sistema de educación formal, toman clases extracurriculares en la TV, la prensa y los afiches y carteles callejeros. Se trata de una educación ambiental, difusa, pero muchas veces no espontánea ni exenta de intencionalidad.
Para enfocar en un punto, el peatón que vaya atento a las leyendas en las marquesinas o las vidrieras de los negocios, se encontrará con una “Peluqueria”, luego una “Fabrica de plasticos”, y seguidamente negocios de “Panaderia y confiteria”, “Articulos electronicos”, etc. O carteles que anuncian con mucho desenfado “Enseñanza de ingles”.
Por eso muchos despistados sostienen que los acentos ortográficos (tildes) han sido eliminados del idioma, como me dijo —esto es un poco más grave— el secretario de redacción de una revista, muy convencido.
En castellano, cualquiera que conozca el sonido de las letras y de sus combinaciones, y las normas de acentuación, puede pronunciar correctamente una palabra si la ve escrita, cosa que no sucede, por ejemplo, en el inglés.
Por eso sería una grave pérdida, no solo para el castellano, sino principalmente para sus hablantes, que se destruyera la relación biunívoca entre el idioma escrito y su expresión oral.
Pero, a no asustarse: en este blog los temas teórico-técnicos se tocarán solo incidentalmente, y en mayor medida nos dedicaremos a mostrar ejemplos rampantes de la degradación de los mensajes con que se nos bombardea de continuo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

El conflicto en “El Tribuno” y una cuestión paralela

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Primero, lo primero: me entero de que los trabajadores de “El Tribuno de Tucumán” hace tres meses que no cobran el sueldo, y los últimos veintidós meses les han venido pagando salteado e incompleto. ¡Qué incertidumbre, qué zozobra y qué penurias para esos trabajadores y sus familias! Debemos nacionalizar la denuncia de esta situación —ya lo estoy haciendo— y buscar soluciones. Por ejemplo, si la patronal (Grupo Amfin) es incapaz de gestionar adecuadamente esa empresa, se debe expropiarla y ponerla bajo el control de los trabajadores.

Segundo: al buscar información sobre este  tema leo en Twitter los mensajes de los periodistas de “El Tribuno”, y me encuentro con errores concebibles solo en personas deficientemente alfabetizadas.

Tomo por ejemplo a Lorena, cuya cuenta se llama “@mujerdelnorte”. Escribe así:

“Tucuman”, por “Tucumán”,

“También hace cebo como yo?”, por “¿También hace sebo, como yo?”,

si, ofrecio”, por “sí, ofreció”,

“edicion”, por “edición”,

“el que deposito dolares, de llevara dolares”, por "El que depositó dólares, se llevará dólares”,

“japones”, por “japonés”,

etcétera.

Si ya sería poco comprensible que un periodista de un medio gráfico escribiera así, hay que sumarle que Lorena se declara licenciada en Letras (UNT) y docente. En este punto el problema se traslada al sistema educacional en todos sus niveles, porque no debiera suceder que alguien apruebe la primaria escribiendo tan mal como Lorena (ni hablemos de la licenciatura y la docencia).

Aclaro: yo no le pido al frutero-verdulero al cual le compro que escriba como Barcia (presidente de la Academia Argentina de Letras). ¿Qué le pido?: que tenga buena mercadería y barata. Eso —además de ser el resultado de una política de comercialización inteligente— puede hacerlo si él, a su vez, compra buena mercadería y barata: o sea, si conoce su oficio (como mi frutero-verdulero).

Igualmente, para funcionar bien, una sociedad debe aspirar a que cada uno cumpla con acierto la tarea que asume: que el periodista sepa de periodismo y el plomero, de plomería. El que se postula para una tarea para la cual no está capacitado puede hacerlo por desesperación, y en tal caso se deberán considerar las circunstancias  atenuantes. Pero es también un fraudulento, y uno de los causantes de que en nuestra sociedad casi nada se haga bien, ni las tareas gubernativas, ni los arreglos de electrodomésticos, ni los asuntos de abogados, ni los trabajos de albañilería, ni nada. Y además, eso motiva que quien está verdaderamente capacitado para esas tareas y es desbancado por los usurpadores esté desocupado, o precarizado, o haciendo algo —él también— para lo cual no es competente.

Había una fórmula patronal, muy canalla, que decía: “Ustedes hagan como que trabajan y yo hago como que les pago”. Pero en el caso de algunos de los periodistas de “El Tribuno” la fórmula se ha retorcido al extremo: “Ustedes hagan como que no saben su oficio y yo hago como que no les pago”.

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