El poder nos quiere estúpidos. Y lo persigue por muchos medios. Por ejemplo, corrompiendo el lenguaje: es que la ortografía y, sobre todo, la gramática, constituyen una lógica, y la coordinación de las ideas solo puede alcanzarse por medio de una sintaxis gramatical rigurosa.
Las personas, estén o no integradas al sistema de educación formal, toman clases extracurriculares en la TV, la prensa y los afiches y carteles callejeros. Se trata de una educación ambiental, difusa, pero muchas veces no espontánea ni exenta de intencionalidad.
Para enfocar en un punto, el peatón que vaya atento a las leyendas en las marquesinas o las vidrieras de los negocios, se encontrará con una “Peluqueria”, luego una “Fabrica de plasticos”, y seguidamente negocios de “Panaderia y confiteria”, “Articulos electronicos”, etc. O carteles que anuncian con mucho desenfado “Enseñanza de ingles”.
Por eso muchos despistados sostienen que los acentos ortográficos (tildes) han sido eliminados del idioma, como me dijo —esto es un poco más grave— el secretario de redacción de una revista, muy convencido.
En castellano, cualquiera que conozca el sonido de las letras y de sus combinaciones, y las normas de acentuación, puede pronunciar correctamente una palabra si la ve escrita, cosa que no sucede, por ejemplo, en el inglés.
Por eso sería una grave pérdida, no solo para el castellano, sino principalmente para sus hablantes, que se destruyera la relación biunívoca entre el idioma escrito y su expresión oral.
Pero, a no asustarse: en este blog los temas teórico-técnicos se tocarán solo incidentalmente, y en mayor medida nos dedicaremos a mostrar ejemplos rampantes de la degradación de los mensajes con que se nos bombardea de continuo.

viernes, 21 de octubre de 2011

El 92,2% no sabe escribir ni su propio nombre

Así están las cosas

Por razones que no hacen a la cuestión tuve que buscar en Facebook una María del Carmen Fernández. Eran un montón, y no encontraba a la que coincidiera con mi búsqueda. En esta tarea fui viendo de refilón que había muchas que escribieron su nombre como “Maria” y el apellido también sin tilde, o con acento grave en lugar de agudo, etcétera.
Al final el asunto me interesó e hice una estadística sobre las que encontré: solo el 7,8% atinó a escribir correctamente su propio nombre: 21 de 269. Y eso aceptando el “del” escrito “Del”, porque supongo que es el programa el que lo pasa a mayúscula inicial automáticamente. Porque en caso contrario, ni una de 269 sabe escribir su propio nombre.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario