¿El que no es cristiano es un zapallo?
Lo único que deberíamos festejar es que no lograsen imponernos ningún festejo postizo (y alienante).
O sea: si es por festejar, un día cualquiera, o varios, o todos los días, festejemos que no nos pudieron inocular Halloween, San Valentín, Carnaval, San Patricio, el Día del Amigo y la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Que festejamos solo lo venturoso que nos sucede a nosotros, que festejamos estar vivos, que festejamos tener afectos, que festejamos un encuentro dichoso: esas son situaciones dignas de ser celebradas.
Hoy sale una nota en "Perfil" acerca de "comandos" de resistencia anti-Halloween*. Después de leerla no sé si no prefiero a los pro-Halloween (exagero, no se asusten). Porque entre los opositores están los más enchastrados de sebo de velas. Y vienen encarando mal: al parecer no tenemos opción, debemos ser cristianos, sí o sí.
En Córdoba proponen una "Celebración de la Luz" para enfrentar a esa "nueva moda y costumbre traída del extranjero". “A nosotros nos alarmó porque, como argentinos, vimos que se estaba festejando Halloween como una fiesta nuestra", dice Luz (¡oh!, ¿es una autocelebración?) López. ¿Qué quiere decir con "como argentinos"? Porque si es como habitantes de estas tierras, todos los cultos usuales aquí, desde Jesucristo hasta Olorum, pasando por la Pachamama, se han originado fuera de nuestras fronteras. Y si con "argentinos" se refiere a nuestro origen migratorio, este no es solo de españoles e italianos (y, entre ellos, no todos cristianos), sino también turcos, chinos, escoceses, alemanes, árabes y otras incontables procedencias, con sus creencias, sus dudas, sus apostasías y sus agnosticismos.
El asunto es motivo de debate en internet. "Entre los comentarios de los usuarios —continúa la nota—, uno de ellos propone la idea de organizar una fiesta anti-Halloween para el año próximo, que incluya gorros colla como dress code."
¡Sí, sí, everybody colla hats como dress code, para resistir toda esta invasión de lo foráneo, man! ¡Y lo colla es tan cool!
¿Podían faltar los docentes en este aquelarre? No, claro que no: si hay un grupo social náufrago en esta tormenta —me refiero al descalabro de valores, identidades y horizontes— ellos están primeros. Concluye la nota: "El tradicional festejo también llega a las aulas de establecimientos educativos bilingües y de institutos de inglés. 'Los propios alumnos proponen celebrar y disfrazarse. Me pareció un elemento más para articular la clase', explica Soledad Sanchez [sic], docente de arte".
¡Pobrecitos, están (estamos) tan perdidos que no hay forrada en que no se anoten para demostrar sumisión ante los alumnos. El día llegará en que la clase verse sobre la pena de azotes y ellos se ofrezcan para que los alumnos practiquen.
.
.